"Memorias de una geisha"
Después de haber leído Memorias de una geisha en unos cuantos días se podría decir que no estamos ante un título como otro cualquiera. Más que un libro, yo me atrevería a decir que estamos ante un pasaporte que nos transporta en un abrir y cerrar de ojos unos cien años al pasado, al lejano y misterioso oriente, un mundo floreciente, cautivador y repleto de vida. Este libro, que fue publicado en 1997 por el escritor estadounidense Arthur Golden y posteriormente adaptado al cine en una famosa película dirigida por Rob Marshall y producida por Steven Spielberg, estuvo rodeado de polémica desde el mismo momento de su publicación. Aunque en ningún momento se menciona por nombre a las personas a las que el autor de la novela acudió para documentarse, Golden fue demandado por la geisha Mineko Iwasaki, quien acusaba al escritor de difamación e incumplimiento de contrato por revelar información confidencial sobre su vida como geisha. Sea como fuera, lo indudable es que Memorias de una geisha es una novela fascinante, no solo por la calidad en que está escrita, el increíble magnetismo de los protagonistas o la dulzura que desprenden cada una de sus páginas, sino también por transmitir una crónica desgarradora y al mismo tiempo veraz acerca de unas mujeres para las que el amor es solo una ilusión.
Título: Memorias de una geisha
Autor: Arthur Golden
Año de publicación: 2006 (1997 en la ed. original)
Editorial: Punto de lectura
Género: Novela, romántica, histórica
Páginas: 672
PVP: 10.99
ISBN: 9788466318396
Sinopsis
En esta maravillosa novela escuchamos las confesiones de Sayuri, una de las más hermosas geishas del Japón de entreguerras, donde aún resonaban los ecos feudales y donde las tradiciones ancestrales empezaban a convivir con los modos occidentales.
De la mano de Sayuri entraremos en un mundo secreto dominado por las pasiones y sostenido por las apariencias, en el que la sensualidad y la belleza no pueden separarse de la degradación y el sometimiento: un mundo en el que las jóvenes aspirantes a geishas son duramente enseñadas en el arte de la seducción, en el que su virginidad se vende el mejor postor y donde tienen que convencerse de que, para ellas, el amor no es más que un espejismo.
"¿Pero cómo te creías que era la vida de las geishas? No nos hacemos geishas para tener una vida gratificante. Nos hacemos geishas porque no tenemos elección."
Opinión
Después de un breve prólogo donde el encargado de transcribir las memorias de Sayuri, nuestra geisha protagonista, le agradece enormemente el haber compartido su tiempo y sus vivencias con él, nos adentramos de lleno en la vida de la pequeña Chiyo, nombre con el que se conocía a Sayuri antes de emprender su carrera como geisha. En estos primeros compases del libro conocemos a una pequeña que vive con su familia en una diminuta casa junto a un acantilado en un pueblo de pescadores. La situación familiar es poco menos que precaria, pues la madre de Chiyo ha contraído una grave enfermedad y su padre, que ya está bastante entrado en años, no puede encargarse él solo de sus cuidados, por lo que Chiyo y su hermana Satsu se verán obligadas a trabajar duramente para ayudar a sus padres. Sin embargo, un día Chiyo conoce en el pueblo al señor Tanaka, un hombre que enseguida muestra un interés especial tanto por ella como por su hermana. Lo que Chiyo todavía no sabe es que impulsado por la desesperación, el padre de las niñas ha decidido venderlas a un destino desconocido a la vez que cruel: iniciar en el lejano territorio de Gion su aprendizaje en las artes de la seducción.
"Durante ese tiempo, nunca había dejado de creer que algún día encontraría una vida mejor en cualquier otro lado, junto a mi familia o lo que quedara de ella. Sólo una parte de mí vivía en Gion; la otra vivía en los sueños de volver a casa. Por eso los sueños son tan peligrosos: abrasan como el fuego y a veces nos consumen completamente."
De la noche a la mañana, Chiyo se ve despojada de lo poco que tiene: sola, asustada y lejos de su hermana, la pequeña es conducida hacia una pequeña Okiya en el distrito de Gion, lugar que se convertirá para ella en su nueva casa hasta el día en el que sus ganancias le permitan independizarse. Allí comenzará a trabajar como criada bajo las órdenes de las implacables propietarias de la Okiya: Abuela, la Tía y Mamita. Este trío tan peculiar es a partir de ahora la familia de Chiyo, por lo que tendrá que aprender a tratarlas y a respetarlas como tales. Sin embargo, Chiyo se niega a aceptar la cruda realidad y planea de mil formas distintas escapar de aquella residencia que para ella es más bien una prisión. Pero el destino no parece estar dispuesto a darle una oportunidad, y Chiyo tendrá que aprender de la manera más dura que la única forma de sobrevivir en ese mundo al que se ha visto arrojada será precisamente cumpliendo lo que se exige de ella: convertirse en una geisha.
Durante la primera parte de esta novela, que dura más o menos hasta la mitad, me he sentido completamente atrapado por la historia de Chiyo y por la manera que tiene Arthur Golden de contárnosla, sin grandes florituras ni complejidades estilísticas, pero con una capacidad francamente pasmosa a la hora de transmitirnos los sentimientos de la protagonista. Es casi imposible no mostrar empatía hacia esta pequeña aspirante a geisha que ha sido capaz de sobrellevar las enormes dificultades que se la han venido encima desarrollando un carácter férreo. A medida que vamos avanzando en la historia nos adentramos en el complejo mundo de las geishas de Gion y vamos conociendo más detalles sobre los complicados rituales que efectúa Chiyo a la hora de vestirse y de maquillarse, su formación en diversas artes como la danza, la música y la interpretación, y sus cada vez más frecuentes interacciones con el sexo masculino. Mientras aprende a hacer todas estas cosas, Chiyo tendrá que enfrentarse a las maquinaciones de la insoportable Hatsumono, una geisha que vive en su misma Okiya y que hace lo imposible con tal de que Chiyo no pase de ser una simple criada, aunque también se cruzará con otras compañeras mejor intencionadas como Mameha, quien siempre estará dispuesta a ofrecerle su ayuda.
"La pena es una cosa extraña; nos deja totalmente desamparados. Es como una ventana que se abriera sola: la habitación se queda fría, y lo único que podemos hacer es tiritar."
Momentos antes de su presentación en sociedad como aprendiza, Chiyo se transforma en Sayuri, y a partir de entonces podrá acompañar a otras geishas en sus diversas labores y empezar a recaudar dinero para el mantenimiento de la Okiya y para pagar en parte las deudas que ha contraído por todos los años de estancia en la misma. A pesar de que muy poca gente estaría dispuesta a dar ni un dura por la joven, Sayuri se ve capaz de ejercer una poderosa influencia sobre los hombres gracias a la belleza de su mirada y enseguida empezará un ascenso meteórico que la llevará a tratar con la más alta élite de la sociedad japonesa. Una de las cosas que más me han gustado del libro, aparte de su fantástico estilo, es la manera en que se retrata el período histórico en el que transcurre la historia. Memorias de una geisha no es ni mucho menos un libro de historia, y estoy seguro de que leyéndolo, algún que otro experto en la materia se echará las manos a la cabeza, pero al menos Golden se ha molestado en recrear los ambientes, los modos de vida y las costumbres típicas de esa época turbulenta de manera muy acertada y esa es precisamente parte importante de su encanto.
"Pero ahora sé que nuestro mundo no es nunca más permanente que una ola que se eleva sobre el océano. Cualesquiera que sean nuestras luchas y nuestras victorias, como quiera que las padezcamos, enseguida desaparecen de la corriente, como la tinta acuosa sobre el papel."
Además, cuanto más nos acercamos al final del libro y son más los hombres que entran en la vida de Sayuri, más se hace patente la necesidad de esta de escoger entre lo que le dicta el deber y lo que le pide su corazón, elevando la figura de geisha por encima de la creencia popular que las sitúa como prostitutas de alta categoría. Por otra parte, al tratarse de un libro redactado en forma de biografía, creía que me iba a resultar algo pesado, pero lo cierto es que las páginas se pasan volando. Sin embargo, algo que no me ha terminado de convencer es que después de haberle leído la novela, aún me veo incapaz de encasillarla dentro de ningún género. Memorias de una geisha es ese tipo de obras que tienen una pizca de todo, aunque no por ello es un título menos disfrutable. Al contrario, te deja con ganas de más, sobretodo en la parte amorosa. El final también me pareció muy precipitado, y con esto no quiero decir que no me gustara, sino que parece estar narrado en menos páginas de lo necesario. Pero bueno, dejando de lado los pequeños defectos, he de decir que Memorias de una geisha es un libro altamente recomendable por estar narrado de manera excelente, porque contiene un relato que te engancha, porque está salpicado de frases para el recuerdo y porque no hay mayor placer que el de encontrar una buena historia escondida entre un mar de páginas.