Pero dondequiera que iba encontraba mujeres bonitas.
Esas cosas físicas eran agradables, pero para Robert la inteligencia y la pasión que nacen de vivir, la capacidad de conmover y de conmoverse con sutilezas de la mente y el espíritu, era lo que realmente contaba.
Por eso no encontraba atractivas a la mayoría de las mujeres jóvenes, resultándole indiferente su belleza exterior.
No habían vivido ni sufrido lo suficiente como para poseer esas cualidades que le interesaban
Libro y Película: Los puentes de Madison
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