Una cascada de suspiros musicales se desparramaba en el aire, arrebatando de embriaguez el alma de Aurora, quien, a pesar de que la sinfonía había acabado, volvía a tocarla, sabiendo que al hacerlo escucharía otra melodía más bella, hechizada por aquella mágica música que le resucitaba una piel que jamás había sentido: la de lo venidero.
(El penúltimo sueño - Ángela Becerra)
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