"En una fracción de segundo olvidé quién era y me convertí en agua salada. Por mis mejillas corrían lágrimas; en ellas mi nombre se diluía. Un charco negro.
Las cicatrices de mi alma cayeron y como serpientes huérfanas se arrastraron y desintegraron en el suelo.
¡Cuánta liberación! ¡Cuánto placer! Y… ¡cuánta soledad!"
'Memorias de un sinvergüenza de siete suelas
Ängela Becerra
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