SIEMPRE ALICE
Still Alice. Wash Westmoreland, Richard Glatzer. EUA, 2014.
Esta es la historia de Alice, una distinguida mujer de ciencia, lingüista de la Universidad de Columbia, quien descubre algo inesperado en su comportamiento cuando, al dar una conferencia sobre sus teorías del lenguaje, nota que alguna idea que quería expresar no está allí. Preocupada, advierte otros extraños síntomas y cuando consulta sobre su situación, es diagnosticada con una variedad de la enfermedad de Alzheimer, de desarrollo rápido e inicio temprano. En la película, la experimentada Julianne Moore interpreta a Alice y se consagra de nuevo, recibiendo premios por su actuación, incluyendo el del Oscar de 2015 a la mejor actriz. Hay que resaltar también, en esta cinta de bajo presupuesto, la calidad de las actuaciones de Alec Baldwin, quien interpreta a su esposo John y de Kristen Stewart, como su hija Lydia. Una aproximación tan creíble como esta a los intricados espacios del Alzheimer requiere de un tratamiento dramático de alta calidad a las situaciones familiares, especialmente si se trata de un hogar formado por una pareja todavía joven, que funciona y que tiene tres hijos, jóvenes adultos en época de transiciones hacia sus vidas propias, levantados en un ambiente de padres inteligentes y exitosos, dedicados a la ciencia, a la docencia y a la investigación.
Hay que referirnos a Julianne Moore y a su capacidad para reflejar en su actuación toda la gama de situaciones que se pueden presentar cuando una persona que es especialista en asuntos del lenguaje, ve cómo se va derrumbando esa potente estructura de las palabras admirablemente recordadas y utilizadas para formar frases coherentes y brillantes, a medida que se presentan huecos, grietas, fracturas, aquí y allá. Dados sus conocimientos y su capacidad, tal persona reacciona con esperanza y creatividad, desarrollando alternativas y medios para no perder el ahora, para no ser arrastrada a los abismos de la inseguridad y de la inconsciencia. Y sin embargo, bien sabe que la enfermedad va a avanzar inexorablemente. Moore, con absoluto profesionalismo, investigó abundantemente sobre la enfermedad y sus signos, para asegurar que su actuación reflejara realidades y no meramente ficciones y emociones melodramáticas. Apoyada en una historia y un guion valiosos, pudo sentir y transmitir a los espectadores esas realidades, creando empatía y compasión, pero con abundantes chispazos de humor, sabiduría y razonamiento como para que quede al final una sensación amorosa y armoniosa, que ilumina esos oscuros espacios del dolor y de la tragedia.
Es que las enfermedades del sistema nervioso, como el Alzheimer, se han constituido en ominosos signos de nuestra época, atacando amplios espectros de la población, sin que se cuente todavía con una clara estrategia para curarlas o eliminar sus efectos. Uno de los aspectos importantes del cine es poner en común las tragedias y las circunstancias humanas, para que se desarrolle una visión social, para que todos sintamos cercanía y comprensión. Así, nosotros, los espectadores nos podemos acercar, experimentar, asumir actitudes y de alguna formar, generar conciencia colectiva, la cual, en general, da lugar a nuevas realidades. Si este oficio del cine se hace contando historias, permitiendo la actuación y con sentido estético, pienso que tiene mayor probabilidad de lograr impactos colectivos y transformaciones personales.
Tomemos algunos aspectos de la enfermedad y vemos como los enfrenta Siempre Alice. El mal se manifiesta en forma de deterioros del conocimiento y de cambios en la conducta. Se van perdiendo la memoria inmediata y la capacidad de atención. Es la consecuencia de la muerte de células nerviosas, lo cual va ocurriendo progresivamente en una enfermedad lenta y desgastante que puede durar diez años o más. Alice, una persona de ciencia, sabe estas cosas; su familia, también. Se plantea en la cinta la posibilidad de que el conocimiento y la conciencia de lo que está ocurriendo den lugar a decisiones personales y familiares, trascendentales que se pueden asumir a base de conversaciones y de contactos conscientes y amorosos, antes de que sea demasiado tarde, antes de que el paciente se convierta en un ser demente y alejado de la realidad. En este sentido Siempre Alice ofrece varios diálogos profundos e impactantes que ayudan a visualizar el amplio rango de situaciones humanas. Uno de los temas que se trata de manera novedosa es el papel de la memoria y del olvido en las relaciones humanas, de forma tal que se desmitifica esa sensación de importancia que todos damos a lo que se ha dicho como fuente irreversible de comportamientos. Se vislumbra otra posibilidad más compasiva y cariñosa, en la cual lo que ha pasado puede ser objeto de miradas traviesas y divertidas, más que de serios y reflexivos análisis.
La enfermedad, con sus síntomas de inhabilidad para recordar, no solamente aspectos del pasado, sino para establecer nuevos recuerdos, inevitablemente se va a asociar con actitudes seniles y de agotamiento. A medida que progresa van a aparecer la confusión, la irritabilidad y la agresión, los cambios del humor y los problemas del lenguaje, también de memoria de largo plazo. Se va a dar una tendencia del paciente a aislarse. Esta es una enfermedad cuya causa permanece desconocida, si bien se la suele asociar con la aparición de aglomeraciones de proteínas y la formación de ovillos en las fibras neuronales. Es entonces una enfermedad que desconcierta a una persona científica como Alice, que la sufre siendo todavía joven, sin que sea capaz de relacionarla con ninguna causa o acción personal que pudiera ser corregida, y por ello, fuera del alcance de los métodos lógicos de la ciencia, que ella bien conoce. Ella sabe que los tratamientos existentes solo logran algunos beneficios en los síntomas, sin que se detenga el avance de la enfermedad. Sabe que es muy importante el papel de las personas que cuidan al paciente y que ello da lugar a grandes cargas para ellas.
Algunos de estos aspectos aparecen claramente en Siempre Alice y se muestran a modo de eventos, no de forma secuencial ni lineal, si bien la protagonista, de forma sutil, va perdiendo especialmente esa brillante capacidad verbal y de diálogo ingenioso, moviéndose hacia frases más lentas y reflexivas, más tranquilas y humildes, rematando en una escena final en la cual resume las cosas, con frases lentas y algo cortadas, como asuntos en los cuales lo importante es el amor. Es que en todo ello juega un papel esencial la familia, ante todo con actitudes de acompañamiento y de cercanía, siendo evidente que hay que aprovechar las cada vez más cortas ventanas de conciencia alerta y despierta del paciente, para transmitir amor, apoyo, presencia. El esposo de Alice lo tiene especialmente difícil. Ambos han sido una pareja que se ha desafiado mutuamente con su búsqueda del éxito y los logros, sin perder la unidad familiar, ella más activa y exitosa; ahora él tiene una oportunidad y ella está en decadencia. Con su hija menor, Alice siempre ha estado enfrentada y alejada, pero sin perder la estima y la admiración mutua. Ahora ella debe decidir y acercarse, sin sentirse manipulada, ¿Cómo se resuelven estas cosas sin dañarse mutuamente? ¿Cómo lo resuelven la familia amorosa y el paciente inteligente?
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